Nos vamos

Por qué me enamoré de la ciudad más gris de Europa, Bruselas

Nos fuimos a disfrutar del Jazz Marathon Festival y de los 20km de Bruselas

Todo el mundo que ha visitado Bruselas, ya sea por trabajo o por turismo me ha dicho, con raras excepciones, que les parece una ciudad aburrida, gris y fea. En el caso de los que han ido por turismo lo puedo entender, en la mayoría de los casos era el típico viaje que incluye Bruselas, Brujas y Gante, y claro, por comparación, Bruselas no es una ciudad de cuento. Pero en el caso de la gente que ha estado viviendo allí, no lo entiendo.

Bruselas es una ciudad de fachada fea, lo de que es gris es innegable, pero tras esa fachada euroburócrata, de trajeados, estaciones de metro permanentemente en obras y zonas sucias, hay una Bruselas ‘que enamora’ y que sólo aparece tras largos paseos y jornadas de callejeo improvisado. Una Bruselas, fruto de las mil y una culturas, que conviven en la capital de Europa.

La primera vez que fui a Bruselas fue un viaje relámpago junto con 49 jóvenes empresarios y emprendedores de Cantabria, íbamos invitados por la Dirección General de Juventud del Gobierno de Cantabria para conocer las instituciones europeas y las posibilidades que la oficina de Cantabria y diferentes organismos nos brindan para desarrollar nuestra actividad empresarial. Durante 3 días tuvimos varias reuniones en diferentes sitios de la ciudad, a la mayoría de ellos íbamos andando con nuestro guía. El guía, creo que fue la parte más importante de este viaje, además de amigo, por aquel entonces era asistente de un eurodiputado, y enamorado de Bruselas. Gracias a Raúl Gil, pude conocer todo lo que a él, durante el tiempo que llevaba trabajando en la ciudad le había sorprendido.

«Creo que solo te puedes enamorar de Bruselas si te la enseña otro enamorado»

Casualidades de la vida, al año siguiente, Ruth, mi compañera de viajes -en todos los sentidos- se fué a trabajar a Bruselas, en principio por un año, así que hubo que sacar los apuntes de aquel rápido viaje y comenzar a ‘enamorarse’ poco a poco de una gran ciudad.

Durante el tiempo que Ruth vivió en Bruselas, creo que viajé entre 12 y 15 veces, fuí solo, con familia, con amigos, de todas las formas posibles, y siempre intentaba hacer de ‘guía’ de nuestros acompañantes. Durante un tiempo, Bruselas también fué mi ciudad, aunque viviese en Santander, y se la enseñaba -creo que con bastante éxito- a nuestros invitados como si de mi propia ciudad se tratase.

Cada vez que podía aprovechaba para darme mis paseos, a poder ser por zonas que no conociese, siempre acabábamos perdiéndonos y descubriendo una plaza, una calle, un barrio o una nueva cervecería con mucho encanto.

Mis ‘primeros’ sitios para conocer Bruselas. Guía para novatos

El centro de Bruselas esta delimitado por el bulevar en forma de Pentágono. Desde la estación del sur (Gare du Midi) hasta la del norte (Gare du Nord), en ambos extremos del bulevar, se tarda más o menos 40 minutos andando, así que es una ciudad perfecta para patear. Para ir a sitios algo más lejanos siempre podemos utilizar el bus, tranvía o metro.

Les Marolles

Mercado de las pulgas, Place du Jou de Balle. Bruselas

Les Marolles es uno de los barrios bohemios de la ciudad. Con decenas de tiendas de antigüedades, muy cerca del Sablón -del que ya hablaremos- y con sitios con un encanto especial es la zona perfecta para iniciarse en esto de los paseos por Bruselas. La place du Jeu de Balle, con su mercado de las pulgas (creo que son los jueves) y sus terrazas con la Soup du Jour, perfecta para calentarte en invierno mientras observas el trajín del mercado. El restaurante Restobieres con su Carbonade y su Stoemp.

Saint Géry

La terraza del Mappa Mundo desde la del Roi des Belges

Fiesta, Saint Géry es el barrio de los pubs, justamente en frente de La Bourse, en pleno centro y a 3 minutos andando desde la Grand Place. Es perfecto para ir a media tarde, pasarte por el Zebra bar, por el Mappa Mundo o por cualquier otro y disfrutar de música en directo y de unas buenas cervezas belgas, prueba la que quieras, todas están buenas. Como recomendación, cerveza y lasaña en el Zebra, simplemente maravilloso. También tenéis muchos restaurantes asiáticos con buenos precios.

Matongé

A la pelu…

Divertidísimo barrio -dentro de la comuna de Ixelles- en el que las tiendas con coloridas telas, tiendas de pelucas y peluquerías que hacen trenzas contrastan con la cercana Avenue Louise y todas las tiendas de lujo de grandes firmas. En el Matongé vive gran parte de la comunidad Africana de Bruselas. La historia de este barrio está estrechamente relacionada con la independencia del Congo en la década de los ’60, un tema bastante complicado de tratar en Bélgica.

Saint Catherine

Plaza de Saint Catherine

Ohhhh, es hablar del barrio de Saint Catherine y pensar en la sopa de pescado o los moules del Mer du Nord, una pescadería entre semana y bar los fines de semana que saca una barra a la calle e independientemente del frio que haga, siempre estará lleno de gente comiendo y bebiendo «blancos». Muy cercano al barrio de Saint Géry con muchos restaurantes y hasta una tienda de productos Españoles.

Es curiosa la cantidad de marisquerías que hay en esta plaza, no hay mar ni agua cercana, sin embargo, la historia de su origen también es bastante curioso. Lo que actualmente es la plaza de Saint Catherine fue hasta finales del S.XIX uno de los canales en los que se pescaba habitualmente. A finales de siglo, el alcalde de la ciudad decidió cubrirlo.

Pescado fresco en el Mer du Nord

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