Nos vamos

Un pedacito de Cuba

Por el malecón

Cuando pensamos en Cuba, nos vienen a la mente multitud de imágenes, todas ellas reales y ficticias al mismo tiempo, Cuba nos sugiere alegría, colores, romanticismo, baile, música, todas ellas, ideas que trasmiten cierta felicidad, y todas ellas ciertas.

No puedes pasear por el Malecón sin ver el colorido de sus coches de los 50, esos que tanta mecánica han enseñado a los Cubanos, esos que se quedaron en la isla cuando Estados Unidos comenzó un embargo que a día de hoy sigue y por el que entre otras cosas no se pudieron importar piezas de recambio para los vehículos estadounidenses que estaban en Cuba.

No podemos dejar de pasear por las callejuelas de la Habana vieja, con esas paredes negras y aceras destrozadas, pero por las que no dejarás de escuchar ese alegre Son Cubano, por lo general, cerca de alguna tienda que te proporciona alimentos si eres cubano a cambio de un matasellos en tu cartilla de racionamiento.

No puedes dejar de ir a un bar retirado y compartir un roncito habana con algún señoruco que gustosamente te invitará a unos tragos a cambio de unas cuantas historias de las de verdad, bueno, de las de su verdad, porque en Cuba, toda historia pasa un filtro.

No puedes dejar de tomar unos helados en el Coppelia, viendo a la juventud Habanera y pensando que tendrán estudios, podrán ir a la universidad, incluso pueden ser unos excelentes médicos, periodistas o ingenieros, pero que nunca podrán decir lo que piensan por que el régimen es el régimen, y Fidel se preocupa por la «dieta» de todos.

Las casas se permutan, pero no las del Miramar, donde si que entran coches de importación último modelo, seguro que alli vive la «política cubana», la de las cartillas de racionamiento y libertad de prensa. Todo Cubano tiene derecho a tener una casa, lo que no dicen es como tiene que estar la casa.

Los turistas vamos, nos lo pasamos bien, disfrutamos, pagamos todo con una moneda de mentiras, porque el peso convertible es eso, un disfraz del todopoderoso dólar. Llevamos ropa, cuadernos, bolígrafos, compresas, medicamentos y se lo damos a los Cubanos, y ellos siguen estando alegres, y te cuentan, «…las cosas están mejorando, pero esta es mi dirección…», por si quieres enviarme cosas desde España.

Eso en el mejor de los casos, luego tenemos los turistas de 1ª, los que recalan con su crucero en Varadero, y ese mundo irreal como un plató de Hollywood les hace pensar que eso es Cuba, pero no saben que en Varadero no es Cuba, no es Cuba un lugar en el que no puede entrar ningún Cubano que no vaya a trabajar, a los turistas tampoco les hacen un recorrido turístico para ver los barracones donde viven, eso si, con su musiquita, su roncito y esa sexualidad que esta siempre en el aire.

Cuba es alegría, pero es la alegría de su gente, porque sin esa alegría, Cuba no sería Cuba, y los Cubanos tendría que hacer frente a una realidad que ni los de dentro ni los de fuera quieren reconocer.

Estas fotografías y muchas otras tanto de Cuba como de otros lugares están a la venta en CapturARTE

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