La manera en que celebré mi jubilación, después de haber cotizado durante 42 años, sigue pareciéndome original, por eso me atrevo a contarlo. Unos meses antes había conocido a Guada, argentina de Neuquén y a Dani, colombiano de la zona cafetera, al pie del Fitz Roy en la Patagonia argentina. Llevaban poco tiempo casados, ahora ya tienen dos niñas, y me hablaron con entusiasmo de la Sierra Nevada de Santa Marta, en donde habían pasado su luna de miel. Su opinión fue decisiva.
Una vez elegido el destino, Colombia durante tres semanas, reservé unos días, pero no me atreví a cerrar desde España un trekking de cinco días por la sierra para llegar a la ciudad escondida: Teyuna. Quería experimentar in situ las condiciones ambientales. El calor y la humedad pueden afectar mucho al caminar. Hay otras condiciones menos fáciles de evaluar. Hace cinco años pensé que la situación en Colombia era mejor de lo que realmente era. En el viaje la presencia del ejército fue una constante y las noticias diarias eran más duras de lo previsto.
Una vez cerrado el viaje salí en un Toyota 4×4 desde Taganga. Un grupo de 9 viajeros con dos guías, uno de ellos encargado de la intendencia. Seis australianos, dos norteamericanos y yo, con dos colombianos que no hablaban inglés, me hicieron traductor-interprete oficial.
Fue un año especialmente lluvioso en Colombia pero lo que describe García Márquez en Cien años de soledad, es un diluvio que ocurre con cierta regularidad. Llueve con la sensación de que no lo ha hecho nunca y que necesita desquitarse.
Eso hace que los ríos se conviertan en barreras, divertidas de atravesar. Solo en una ocasión, en el río Buritaca, un ingenio mecánico ayuda en la travesía. Otras veces una soga. Algunas, las menos, nada más que la fuerza de tus piernas y la ayuda de los guías para sostenerte contra la corriente. Vadear ríos caudalosos se convierte en una tarea habitual.
Las tres comidas diarias superan cualquier expectativa de calidad aunque algunos alojamientos deberían estar mejor mantenidos. En dos ocasiones uno de los norteamericanos y yo preferimos bañarnos en el río. Bañarnos con jabón, después de la etapa, mejor que usar la ducha. Pernoctar una sola noche, pero pernoctar, con una unidad contraguerrillera del ejército es una experiencia que podría llegar a tener un plus en el precio del trekking.
La llegada a Teyuna, después de subir mil trescientos escalones empedrados, hace que se sienta algo. No necesariamente esotérico, al menos en mí caso. Admiración hacia ese pueblo que supo acomodarse a un terreno mucho más difícil hace cientos de años. El camino es, en este caso y en muchos otros, tan importante como la meta o más. Kavafis e Itaca me acompañan el resto del día
El descenso es rápido. Dos etapas, con una caminata similar a lo que en Europa entendemos como un día de senderismo. La lluvia hace que a la llegada al alojamiento ofrezcamos una imagen que espanta a los grupos que van en ascenso.
Una sola jornada ha sido de lluvia total. Lo más frecuente es que la tormenta aparezca al mediodía. El último día ni la tormenta nos disuade del baño más espectacular de los cinco días en una hermosa piscina natural. Poco después la primera cerveza fría, el milagro de la electricidad que sale al encuentro de los caminantes… La pista está peor que cinco días antes y las paradas son más frecuentes.
Todas las agencias han unificado el precio. 200 euros al cambio de noviembre de 2010 por cinco días de pensión completa y una caminata que puede convertirse en el viaje de tu vida. Yo cerré el viaje con Expotur, de la calle 18 de Taganga y me quedé totalmente satisfecho.
Finalmente una recomendación. De la intendencia se ocupa el guía y unas mulas, los viajeros deben llevar solo lo suyo personal que debe ser muy reducido. No hay que llevar más que dos equipos. El primero se puede mojar la primera tarde y puede no volver a secar. Hay que llevar sólo otro y mantenerlo seco con la protección adecuada, interna y externa, de la mochila. Con las temperaturas de la zona no es muy importante vestirse con ropas húmedas por la mañana. También es importante la protección de la cámara fotográfica si no se cuenta con una a prueba de agua y no se debe llevar nada que implique enchufarse a la red. No hay electricidad en cinco días, ni señal telefónica.