Lo primero que sorprende a la llegada es la cantidad de ciervos sagrados (antes del budismo se les consideraba los mensajeros de los dioses) que buscan cualquier tipo de comida de los turistas. Les cortan los cuernos para evitar problemas ya que están sueltos, te puedes acercar a ellos y ellos a ti.
El parque de Nara es un lugar de grandes atractivos, llegas en unos 10 minutos atravesando la pequeña ciudad desde la estación de tren y de pronto estas en un enorme parque rodeado de ciervos, con dos estanquen enormes y un monte lleno de sendas, monjes de piedra y los templos de Todaiji y Nigatsu-Do.
El recorrido por el monte puede durar todo lo que uno quiera, pero al menos deberíais dedicar a la ciudad un día, aunque es recomendable algo más porque aunque sea un sitio bastante turístico el pueblo es muy tranquilo, se recorre muy bien a pie y los paseos por el monte y por el parque son de lo más tranquilos y relajantes.
Nara fue la capital de Japón desde el 710 al 784 durante el período Nara y después la capital se trasladaría a Kyoto.